Es un género de música electrónica que se desarrolló en los años 1990. La música trance está caracterizada generalmente por un tempo entre 120 y 140 BPM, fraseos melódicos cortos de sintetizador y una forma musical que sube y baja durante cada tema. Es el resultado de la combinación de diferentes estilos musicales, como el industrial, el techno y el house. El origen del término es incierto, aunque se ha sugerido que puede derivar del álbum Trancefer, de Klaus Schulze, publicado en 1981, o bien del grupo Dance 2 Trance.
Hacia mediados de los años 1990, el progressive trance, que surgió tanto a partir del acid house como del progressive house, se consolidó comercialmente como uno de los géneros dominantes de la música dance. Este progressive trance se centra las líneas de bajo y las melodías principales, dejando de lado los patrones hipnóticos, repetitivos y arpegiados habituales en el primer trance de corte analógico y espacial.
Al mismo tiempo, otro tipo de trance se volvió popular. Se trata del uplifting trance, que tiene cambios y subidones más largos y exagerados de lo habitual, siendo más directo y menos sutil que el progressive, con tonos y melodías más fácilmente identificables.
El trance se hizo inmensamente popular, ocupando un nicho que era más arriesgado que el house, más tranquilo que el drum and bass y más melódico que el techno, lo que lo hacía accesible a una mayor audiencia. Artistas como Tiësto, Armin van Buuren, Markus Schulz, Above & Beyond, Gareth Emery, Ferry Corsten, Rank 1, ATB, Paul Oakenfold, Kyau & Albert, Pulser, Paul van Dyk y Roger Shah aprovecharon estas características.
Hacia finales de los 1990, el trance seguía siendo comercialmente muy importante, pero se fracturó en toda una miríada de subgéneros. Algunos de los artistas que abanderaron el primer trance lo dejaron en esta época para dedicarse a sonidos más underground, como es el caso de Pascal F.E.O.S. o Oliver Lieb.
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